martes, 21 de diciembre de 2021

¿TE VEO EL LUNES EN EL TRABAJO?

 

Quien se tomó primero el café fue Obnubilia, la chica contratada apenas una semana antes. Lo presumí amargo, sin el azúcar que no reclamó a la camarera, y ardiente, por su gesto como de abrasarse la garganta cuando lo apuró de un trago. Soy un hombre intuitivo, la tenía enfrente y me percaté del verdadero significado de acto tan temerario: el alivio ante el final de una cena interminable. Se había mostrado prudente, aderezando la sucesión de platillos mediocres con formales comentarios, distrayendo el tiempo estudiándose el centro floral y un cuadro pastoril junto al perchero, por eso, no reparó en cómo procedimos todos.  

Antes de llenar las copas para brindar, retiraron nuestras tazas, cuyo contenido estaba intacto, sin haber rebajado ni un sorbo de ninguna, además de frío por la turbulencia de cucharilla en que nos empleamos a conciencia. Las normas empresariales deben leerse, especialmente el apartado relativo a eventos antes de acudir a uno. Su incorporación era tan reciente… Se quedó pasmada cuando le presentaron la factura. La llevé a un taxi, volví al restaurante y propuse una colecta para compensar el sablazo a su tarjeta de crédito. También, un trienio antes, yo pagué la novatada y nadie se compadeció de mí entonces.

¡Lástima! Obnubilia se presentó para renunciar al empleo, recoger el finiquito y despacharse a gusto al salir. No me atreví a darle los sesenta míseros euros, veinte recaudados y cuarenta de mi parte. La campaña navideña será aburrida sin su presencia, un año más, pero casi prefiero que no seamos compañeros de curro. La llamaré antes de Nochevieja. Me ganó por su manera de tomar el café y algo que no sé explicarme. ¡Deseadme suerte!   




Inspirado en una frase para REC 2021/2022, texto ampliado.

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