domingo, 8 de diciembre de 2019

LA NIEBLA


Un amanecer con niebla es lo más precioso que se me ocurre contemplar sobre un río o un canal, con falsas nubes abrazando el curso del agua y espíritus de bruma materializándose. Frente a este enemigo silencioso debo  echar mano de un ejército bien entrenado porque las descripciones típicas distraen, desgastan, pero no dan la victoria. La estrategia no se ha de apoyar en el uso de palabras como frío o invierno. ¡Quedan desterradas por inútiles! Me siento en una bola de cristal ahumado, aislada en los diez metros que alcanzan los ojos, etérea y muy pesada al mismo tiempo, con la impresión de que lo único tangible es mi cuerpo dentro de una ingravidez del pensamiento, que en estas circunstancias daría cualquier cosa por un ropaje corpóreo de mayúsculas acentuadas. Mientras las horas se suceden sin atisbo de sol, las sensaciones continúan esponjándose en la lucha comúnmente establecida contra un fenómeno hostil que a mí, no obstante, me gusta, me gusta mucho. ¿Por qué resistirme entonces? Debe ser la  innata rebeldía… de día. En la oscuridad de la noche, la niebla imprime visitantes muy distintos: puede ser un alma dulce disparando abrazos o un monstruo con un afilado puñal destripador.   


Perversión Espiritual fue un proyecto musical formado por cuatro amigos zaragozanos allá por la década de los 80 del pasado siglo: Kiko Aguas, Salvador Asensio, Carlos Gil y Julián Marco. Dejaron un miniEP que ha sido revisado hace unos años porque los teclados en sus variadas acepciones les siguen fascinando. Tienen un aire retro pulcro y aparentemente aséptico pero van más allá con notas inquietantes y palabras precisas.