martes, 14 de febrero de 2017

Magnetoquímica animal

         En la noche del 14 de febrero de 1.967 un barco recaló, para protegerse de la tormenta, en las brumas sulfurosas de una isla que no aparecía en los mapas, al norte de Rutherfordio. La tripulación encontró, en una construcción de troncos mal dispuestos, a una mujer ausente en un mundo del que no lograron sacarle y con un aspecto incierto, porque la falta de luz y el hecho de que su cuerpo estuviese bajo una lona mugrienta, les hizo simplemente intuir a una piltrafa humana estragada por su estancia en ese lugar después de un naufragio, pero estaba viva. Los marineros, pese a estar curtidos en aguas tenebrosas, sintieron cierto desasosiego. La noche fue larga. Bebieron para pasar el trago. Al amanecer les despertó un ronroneo de procedencia desconocida. La mujer estaba sentada apoyando la espalda en una roca. Sujetaba una cestilla hecha de tallos entretejidos. Estaba preparada para marchar. 
            Cuando el capitán Ununpentio le dio la bienvenida en cubierta, sufrió un mareo. El recipiente cayó derramando su contenido. Había un trozo de madera con un plumín de hueso, un cuenco con restos resecos de algo negruzco, un sílex, dos agujas de piedra, un diminuto corazón momificado y una piel animal garabateada por ambas caras. La primera frase de la lista decía: “Ciclón y yo ya somos inseparables”. Extendió la mano suplicando la devolución de sus cosas y levantó la cara. Se vieron entonces unas uñas curvadas y puntiagudas, una pulsera de pelo sedoso más incrustada en su carne que bailando en su muñeca, unos ojos dorados como doblones antiguos y unos colmillos minúsculos en comparación con las otras piezas, pero muy afilados. Lamió el dorso de la mano y la pasó por su pómulo derecho. Levaron anclas y pusieron rumbo al sol. 
             Atardecía cuando echaron de menos a Wolframio. Concluyeron que había caído por la borda durante la tempestad. En la playa, el joven perseguía a la gata Tormenta, buscando en ella la sangre, la compañía y algo que sobre la marcha se le ocurriría, porque intuyó que tenía por delante un año para averiguarlo… o cincuenta. 



Publicado en el dossier nº 154 -Gatos- de la revista digital miNatura. Ciencia Ficción, Terror y Fantasía. Página 97

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