La chica del calendario de Talleres Mecánicos
Houston me guiña un ojo al son del despertador. Marco con una línea en diagonal
el día. Dentro de veinticuatro horas cruzaré otra. La noción del tiempo es
difusa entre amaneceres y ocasos vertiginosos. El planeta es una canica azulada
suspendida en el silencio.
Añoranza. En casa será otoño y la vendimia
terminaría hace semanas. Adivinar la hora exacta ya es para aplaudirme, pero fantaseo
con haberme comido un potaje y que mi digestión dormita bajo el sol del porche,
donde soy guardián de la cosecha del 16.
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