Teclado y claqueta. Programa 1
El bonete de Mimí
martes, 5 de noviembre de 2024
Teclado y Claqueta. Programa 1
Teclado y claqueta. Programa 1
martes, 3 de septiembre de 2024
El musical
El Teatro Principal de Zaragoza estaba repleto de aspirantes: un romano de Caesaraugusta, una chica con una maceta de albahaca, un paleontólogo de Dinópolis y cientos de personajes característicos. Él llevaba el número 321 pegado a la cota de malla de mithril. Le pidieron empezar con una jota y no se sabía ninguna. Le propusieron algo de Los trovadores del Ebro, pero ni los conocía.
—¿Sabes cantar al menos? —interrogó una voz
desde el patio de butacas.
—Por supuesto —respondió encogiéndose de
hombros—, aunque no entiendo estas pruebas.
—Está claro, caballero. La audición es para «Cántame la Historia de Aragón». ¿Cuál es el problema?
—¡Collons! —soltó estupefacto llevándose la
mano a la frente—. ¿Que no es para un tenor ligero en «El Senyor dels Anillos,
el musical?
—El siguiente —resonó en sus oídos mientras
abandonaba el lugar como un rey privado de su corona y sumamente enfadado con su
agente —. Ya te llamaremos.
Pese al vergonzoso malentendido, sí volvieron a citarle en menos de una semana. A la productora, dama del smial de la STE en la capital maña, le impresionó cómo fue capaz de evocar a un tipo entre Aragorn y Alfonso I el Batallador, además del donaire en el vestuario, en especial las calzas, que llevaba muy bien puestas ciñendo espada.
miércoles, 1 de mayo de 2024
CENA DIABÓLICA
Como buen anfitrión, llevo una semana consultando grimorios y
tratados vernáculos, hasta que por fin he hallado la receta perfecta
para los alumnos de este año.
La graduación en la noche de Walpurgis del curso 1972/1973
fue legendaria, inolvidable y puso el listón muy alto. El plato principal era sopa
de pan consagrado gratinada a la infusión en hiel obispal con tropezones de sus
higadillos. ¡Una risa viendo los sarpullidos que les salieron a todos!
En esta ocasión, sugiero preparar un santo a la
parrilla con guarnición de lentejas al estilo Esaú, —ya decidiré en el mercado qué mártir
está disponible porque siempre es mejor utilizar género de temporada—, desempolvaré de la bodega varias botellas de Lacrima Christi y se terminará con
unas tetas de monja sobre gofre belga.
Estoy seguro del éxito. Me crezco aceptando tareas que
otros docentes acomodados al puesto rechazan. Los interinos somos así. Además,
desde que imparto la asignatura «Superar un exorcismo», ¡estoy de un creativo!
El demonio Pazuzu y el padre Merrin estudiándose mutuamente.
Versión recalentada de una cena satánica presentada en los Microduelos a sangre del Certamen Luminaria I. Zaragoza 2019
domingo, 21 de abril de 2024
EL ESCRIBIENTE SINGULAR
Hace un tiempo, llamó mi atención el anuncio de un encierro
literario urbano con todo incluido. El paquete vacacional en agosto estaba de
oferta, compuesto por pensión completa, instalaciones confortables, medios
tecnológicos y como guía, un afamado cocinero de superventas. La organización
aseguraba que, aislado y sin distracciones, saldría de allí con mi novela bajo
el brazo. Lo que yo necesitaba.
Llegué temprano a la dirección indicada en la
reserva, un edificio municipal reconvertido en teatro con programación
interrumpida solo en el periodo estival y una diversidad de salas multifunción.
Las actividades parecían intensas, estimulantes y provechosas. Charlas teóricas
de nueve a una, comida y tiempo libre para trabajar individualmente en nuestras
respectivas obras. En la segunda jornada, ya pusimos en común los progresos
durante el desayuno continental. El ambiente resultó motivador entre colegas en
número de doce más uno, contándome a mí. Tuvimos permiso para ocupar las
estancias que nos inspirasen separadas de la parte escénica mediante puertas
cortafuegos como losas. Ese espacio nos estaba vetado. Fantasmas pululando
entre los ecos del inmenso recinto. Elegí una habitación con jardín en la
planta baja. La verja exterior estaba cerrada. Le pregunté el motivo al ilustre
escritor y la explicación reveló que era un auténtico maestro en estructura
narrativa.
—Preferiría no hacerlo ahora —reconoció—. Es una
sorpresa final.
El colofón del último día fue un escape cuyas pistas
literarias conducían a la libertad del mundo editorial. El profesor nos deseó
suerte, dejó una caja con combinación conteniendo las instrucciones, se despidió
cordialmente y encaminó sus pasos hacia el foro declarando que se iba a la
playa el puente de la Virgen.
Aunque todos somos lectores aplicados, las referencias nos sonaron a ideogramas en chino mandarín y no hemos dado con la clave para salir. Se han terminado las bebidas, los frutos secos y los pastelillos de la máquina del pasillo. Como último recurso, nos queda asaltar los limones y las aceitunas del bar al otro lado… si podemos subir al tejado y descolgarnos desde los palcos. Mientras tanto, hasta la apertura del curso de septiembre, seguimos con las correcciones, las copias infinitas y alimentándonos de sopas de letras. Creo que con ilusión aguantaremos.
Escrito para la celebración del primer aniversario de la Asociación Literaria Singular de La Puebla de Alfindén (Zaragoza). 13 de abril de 2024.
domingo, 11 de febrero de 2024
LATIDO ESCANDINAVO
La ascensión por la escalera para recoger la maleta lista en el dormitorio, se le hizo eterna. Al bajar, paró en el rellano, suspiró mientras intentaba retener cada objeto en la memoria y los instantes de calma impulsaron de nuevo sus piernas. Cuando hizo girar la llave en la puerta, supo que cerraba una etapa, a vida o muerte. Tal vez con la retirada de su víscera defectuosa llegaría la calidez porque su corazón era particular: estaba yermo como la tundra por parte de los genes nórdicos de su madre. Erik sabía conjugar el verbo querer, pero no el amar.
En la habitación asignada, el tipo en pijama frente al espejo del baño se le antojó menos rubio, menos alto, menos guapo, pero con un ardor extraño brillando en su mirada. ¿Sería efecto del preoperatorio? Su corazón acabó en la basura a las 03:03, acunado por un viento del norte, aunque sin réquiem vikingo, ni ceremonia alguna. Miss Piggy en aquel momento enterraba media docena de huevos.
Tras día y medio, el sol florentino que le vio nacer acarició sus parpados, y él abrió los ojos al mundo treinta años después. Miró por la ventana. Había despertado al sur. La vida le reclamaba de forma esplendorosa. Se enamoró súbitamente con los cinco sentidos: jugó a ver formas voluptuosas en las nubes, acarició los pétalos de rosa en el jarrón, escuchó murmullos en el pasillo que reconfortaron su soledad, disfrutó el umami del polpettone como si lo comiese por primera vez, incluso aspiró las sábanas porque olían a una mezcla de talco infantil y mandarina. Estas sensaciones le lanzaron flechazos de estreno que se debatieron en latido acompasado por sus arterias. Lo consideró un buen punto de partida.
domingo, 21 de enero de 2024
Festival Aragón Negro 2018.
SUPLICA QUE ALGO QUEDA
Cuenta la leyenda que una ola del mar Tranquilo tomó una decisión, no por mucho meditada menos peligrosa. No quería romper en la playa, ni con bravo ímpetu, ni con amoroso abrazo de la costa. Se marchó a ser mecida en las profundidades por un lecho de coral, oculta del sol y del resto del mundo. Abandonó su destino de espuma porque en la superficie las campanas tañían a muerte. Lo dejó todo, si la arena no era suya, lo demás daba igual. Clamando piedad a los dioses se ocultó, pero cuando vio que no estaba sola, cuando otros se entregaban al holocausto con ella, se sintió satisfecha, todavía más, porque su súplica puede que así fuese mejor escuchada.
Los planes no se cumplieron como había previsto, porque una mente corrompida, que convence además a varios secuaces, lleva a consecuencias imprevisibles y resultados casi siempre devastadores. Conquistar la playa o morir, no hay piedad de los cielos que valga.
nº⑧ Se pietà, aria de Cleopatra en “Giulio Cesare”
jueves, 14 de diciembre de 2023
EL CLUB MÁS EXCLUSIVO
La luz se apagó de repente en el recinto del festival. Luego vino el estruendo provocado por la estructura del escenario desmoronándose cuando actuábamos Los Ángeles del Averno. Todos mis colegas murieron de inmediato. Toneladas de hierro, plástico y material eléctrico formaron un conglomerado esquelético, visible al disiparse la polvareda. ¿Por qué nosotros? El público huyó como una plaga dirigiéndose a oscuras en desbandada hacia ningún sitio habitable. No sólo el evento era en el desierto de Chihuahua a varios kilómetros a la redonda de cualquier asentamiento, —emulando un Coachella alternativo del hard rock—, sino que desconocíamos el desastre terrenal con exterminio humano de fuera. Llevábamos aislados cinco días en acampada, sacando todo el metal de dentro de nuestras entrañas y tan ignorantemente felices. Después llovió, pero no fue agua. Utilizo el símil porque algo caía de las alturas; soy incapaz de describirlo mejor, una especie de notas musicales empapadas de cólera. Volví a preguntarme por lo injusto de aquello en el silencio sobrecogedor mientras salía del hueco donde quedé sepultado y sin embargo ileso. He tenido suerte, pensé y estoy sólo con los muertos. Quise alcanzar a los vivos ya muy lejanos. Imposible, estaba paralizado de manera literal y no me respondían las piernas. No obstante, dudo que llegasen a ninguna parte pues una niebla de color variable se iba cerrando desde el horizonte engulléndoles. A continuación, la voz del promotor del concierto atronó desde una zarza en llamas utilizada a modo de altavoz. Ahora tocarás la trompeta para mí, anunció. Venga, empieza a ensayar, no tenemos una eternidad.
Viajé, no recuerdo cómo ni durante cuánto, eso lo tengo como en una
nebulosa. El caso es que aparecí en el bar social tomándome una cerveza con
unos compañeros de orquesta.
Sobrevivir al Apocalipsis fue una faena. Me he dado
cuenta con el tiempo. No es que el lugar esté mal. Tiene un aire sofisticado y
lujoso muy atrayente. El ambiente es acogedor, apartado del mundanal bullicio y
eso favorece la comunión vecinal. Entre miembros y auxiliares de servicio somos
ciento cincuenta mil, bien avenidos… irremediablemente. Resignados se puede
decir porque marcharnos resulta inviable: no hay donde ir. Nos lo dejaron claro al entregarnos las
llaves de los apartamentos.
Llevo dándole vueltas a una idea y la pongo en práctica por fin. Voy a la ventanilla de reclamaciones para solicitar la segunda muerte. Me dan una caja con un impreso autocopiativo de ejemplares para la Sociedad, el Interesado y el Registro General de Almas. Parece fácil, tres hojas de nada, pero el anexo incluido con las instrucciones es un tocho de cinco centímetros y seiscientas páginas de la Editorial Lacrados. Rompo el sello y estudio con religiosa aplicación al menos el índice. Una vez decidido, lo que quiero, lo quiero ya. Inmediatez es mi lema, por esa razón el tedio me ha desbordado. Relleno el formulario con mayúsculas y seudónimo simulando anonimato (estimo mi nombre original, Buenaventura Virtuoso Santero, poco apropiado allá donde ruego ser trasladado). Hecho.
¡Aleluya! En poco tiempo recibo la baja del club y un pasaje para que Anubises Averno parta rumbo a sus deseos. ¡Aleluya!, otra vez, exclamo. He recuperado la fe. Yo tenía razón: fuera del más acá, sí existe algo todavía. ¡Tururú! Aquí dejo la trompeta.